Por Luz María Tobón Vallejo – Especial para Sintracarbón –
A la sombra de coloridos árboles y plantas características del bosque seco tropical que nunca pierden su frescura, a pesar de que usualmente la temperatura pasa de 35°C, crece una ciudad despreocupada, debidamente equipada y tan cómoda que es casi lujosa. Es la urbanización Mushaisa, que Carbones del Cerrejón viene levantando y expandiendo desde 1983, a pocos años de iniciada su operación en La Guajira.
Ella consta de apartamentos construidos en bloques de buen concreto para que los habiten los supervisores no guajiros. Estos se encuentran separados por amplias y bien pavimentadas avenidas de las amplias casas de una o dos plantas donde viven los vicepresidentes obligados a trabajar en La Guajira, así como los gerentes de la empresa.
Mushaisa fue construida para recibir en La Guajira a los trabajadores de Carbones del Cerrejón oriundos de departamentos distintos a La Guajira, César, Atlántico y Magdalena, de donde son originarios los obreros de la mina, a quienes el informe de sostenibilidad 2019 califica como “técnicos”. Es decir, en la urbanización viven las familias de los vicepresidentes, gerentes y supervisores de la segunda productora de carbón de Colombia; la concesión minera discutida desde los años setenta por la generosidad con que la han cobijado sucesivos gobiernos nacionales.
Esos empleados que pueden vivir y traer a sus familias al complejo minero son el 16% de las personas contratadas directamente por la multinacional minera; poco menos del 10% de quienes allí trabajan, dado que Cerrejón ha tercerizado 5.166 de los 11.062 cargos que requiere para operar, según su informe de sostenibilidad 2019. Aunque Cerrejón informa en ese mismo informe, que el 66% de sus empleados directos son guajiros, no explica que ninguna de las seis vicepresidencias y 433 gerencias son para la población que desde 1980 ha convivido con la mina y sus impactos locales.
El mundo de los directivos y supervisores de Cerrejón es especial.
Mushaisa es la única población de La Guajira que disfruta de servicios públicos durante las 24 horas del día. Su acueducto toma una porción de agua del río Ranchería, la potabiliza y distribuye para que esas familias no sufran los rigores de sequías, contaminaciones y grandes distancias de las fuentes de agua. La planta eléctrica de la compañía minera garantiza el servicio de energía sin apagones, cambios de potencia o riesgos de cortocircuitos en las redes. Y de las aguas servidas, nunca deben preocuparse pues la urbanización tiene un cómodo sistema de manejo de aguas.
Quienes disfrutan de los magníficos servicios públicos que ofrece esta urbanización ni siquiera llevan sobre sus hombros la carga de los enormes costos de los servicios de electricidad y acueducto: Cerrejón, la empresa para la que trabajan, subsidia los servicios que presta.
En La Guajira, un departamento donde los niños mueren de desnutrición asociada a la mala calidad del agua y a intensas sequías, contar con la prestación de servicios públicos domiciliarios ya es un lujo. Pero este no es el único del que disfrutan los habitantes de Mushaisa.
Los habitantes del complejo urbanístico tienen a su servicio un bien dotado centro de salud donde reciben atención médica y odontológica esencial, también a tiempo completo. Si la enfermedad del trabajador de Cerrejón o el familiar residente en Mushaisa exige mayores cuidados, ellos tienen la posibilidad de traslados, hasta en el avión de la compañía que viaja a Barranquilla transportando a directivos y sus familiares. Los restantes trabajadores de Cerrejón aspiran a que la nueva convención colectiva de trabajo mantenga los viáticos para su atención en salud, conquistados por Sintracarbón.
En Mushaisa la alegría llega por cuenta del bienestar económico de las familias que tienen generosos ingresos y muchos gastos subsidiados. También proviene de la algarabía de decenas de niños y adolescentes que crecen juntos en un ambiente propicio para el pleno desarrollo de sus capacidades.
El colegio Albania, creado, financiado y dirigido exclusivamente a los trabajadores de Cerrejón, aunque pocos obreros acceden a él, ofrece a niños y jóvenes habitantes de Mushaisa educación bilingüe de altísima calidad, que les permite ingresar a las mejores universidades y los programas más exigentes del país. La distinción de su enseñanza la ofrecen profesores contratados con condiciones especiales, bibliotecas, laboratorios y aulas especiales, que lo convierten en un colegio con plena dotación para ofrecer la mejor enseñanza.
Ese colegio implementó, antes de que ello fuera preocupación en el país, jornadas complementarias en las que los estudiantes comparten tiempo libre desarrollando sus habilidades deportivas en las distintas canchas y piscinas que tiene la urbanización, algunas de las cuales han servido para entrenamientos de selecciones profesionales. Los estudiantes dados a actividades artísticas también tienen posibilidades para el desarrollo de sus habilidades, gracias a los grupos artísticos propios, con profesores especializados, y a la disposición del auditorio y los escenarios propios, donde pueden presentar sus creaciones o interpretaciones.
La fuerte malla que separa a Mushaisa de La Guajira a veces es atravesada por las familias residentes en la unidad residencial, lo que no pasa con los guajiros trabajadores de Cerrejón o habitantes del departamento, exceptuando a quienes llegan a la urbanización a trabajos en servicio doméstico, jardinería, cuidado de los niños o, en los mejores casos, asistencia en salud.
En ocasiones, los foráneos, participan en excursiones organizadas por las familias o por la propia compañía. Ellas están montadas para que los excursionistas salgan a observar las extrañas especies de su entorno: los monos aulladores, los loros, los zorros, los chivos, entre los que más recuerdan; así como la particular flora del desierto, las artesanías propias de la región y hasta las rancherías del pueblo Wayuu, ese al que los foráneos observan como especie exótica pero totalmente ajena a su realidad, casi tan ajena como esa mina que a veces recuerdan porque escuchan una lejana explosión o alcanzan a sentir el paso del tren carbonero.
La distancia física de las grandes capitales colombianas o incluso de Riohacha no afecta a quienes viven en Mushaisa. La urbanización tiene uno de los supermercados más lujosos y caros de Colombia; también cuenta con salas de belleza, boutiques y farmacias que ofrecen o consiguen para sus clientes las mejores marcas, de manera que no sientan qué es vivir en uno de los departamentos más pobres, aislados y hambrientos de Colombia. La sensación de habitar el mundo y no simplemente a La Guajira la completan con su acceso privilegiado a canales de televisión internacional, aún desde tiempos en que era imposible, y a redes de telecomunicaciones con servicio estable.
Para casi todos los que allí habitan, llega el momento de abandonar Mushaisa. Los jóvenes irán a las mejores y más costosas universidades, de las que irán en vacaciones a ese paraíso; los mayores partirán al recibir su pensión de jubilación o un cambio de trabajo. Ellos se irán con la nostalgia del paraíso que los guajiros adivinan, porque les está vedado.
Buenas tardes
Es la triste realidad que vive el pueblo Guajiro los mejores empleos o cargos en cerrejon de personas que no son oriundos del departamento y además esos mismos cargos son heredados por los familiares de los pensionados.. a los Guajiro nos dan los cargos razos o de obreros y hemos sido víctima de humillación desprecio y discriminación por parte de esas personas que ejercen esos altos mandos.
Fui víctima de bloqueo de mi carnet si haber realizado ningún acto o violación de comportamientos que así lo a merite. Me quitaron el derecho a trabajar en el cerrejon así como a muchos guajiro.
El futuro de nuestros hijos es incierto que sea Dios que meta su mano para que esas diferencias sociales deasadesaparezcan y así todos los guajiro disfrutemos de un trabajo digno.
Gracias
Los derechos no se me digan, se exigen, se luchan o se arrebatan.
Buenas tardes, con respecto a la nota siempre he consultado por q allí en ese espacio llamado mushaisa gozan de todos los servicios públicos..sobre todo el agua..y nuestros municipios circunsvecinos no gozamos, el cual es un derecho constitucional,x ejemplo en hatonuevo el agua llega a un sector cada 15 días y hasta más ,nos robaron el ranchería . culpa también de la corrupción de nuestros gobernantes…
En cuanto al Cerrejón hay mucha discriminación..ya no podemos ingresar a mushaisa los contratistas para adquirir servicios de droguería, supermercado o restaurante..La empresa Cerrejón en vez de menguar los beneficios de los que si producen, su capital más valioso los operativos..que se tragan toda esa contaminación..por q no se las desmejora a esos hematofagos que tienen allí en ese campamento..que no produce si no gastos…
Se las dejo ahí ..